Interpretar donde sea y como sea

Cuando pensamos haberlo visto todo, llega el siguiente encargo de interpretación que nos demuestra que no es cierto. Los intérpretes acabamos interpretando literalmente donde sea, ¡por eso tenemos tantas anécdotas y aquí van algunas de las mías!

Cigarrillos, calendarios y muchos cables

_83354543_cigarretteLa breve entrada de hoy se inspira a mi encargo de ayer, en el que interpreté apoyada a la pared (o mejor dicho, a un calendario de una mujer desnuda) en un taller (aprox. 5 x 15 m) en los que 5 técnicos fumaban a la vez. Para que dejasen de hacerlo y no sonar muy pesada, estaba incluso a punto de inventarme que estaba embarazada, pero justo me preguntaron si me molestaba y mi cerebro idiota contestó en automático “¡Por supuesto que no!”.

Imagina lo que están enseñando detrás del maniquí

CDDana4XIAEHcT6En una interpretación del año pasado trabajamos 5 “cabinas sin cabina” (es decir, 5 idiomas en modalidad simultánea, sin nuestras queridas cabinas) y después de cada mini charla, la pareja de intérpretes de cada combinación tenía que irse a otra sala del hotel (unas 8-10, cada una amueblada de forma distinta). En una sala, justo donde el ponente solo describía el aspecto de los productos, la visibilidad no era fenomenal

Pesadillas en el trastero

Hace un año interpreté en España para una importante empresa alemana. Ya había trabajado para ellos en condiciones maravillosas (hasta me pusieron en la cabina agua con pepino). Ese día era una rueda de prensa, por la que interpretaba sola del alemán al italiano en modalidad simultánea y un compañero al inglés.

¿Cuál fue la sorpresa? No teníamos ni cabina ni mesa: nos tocó interpretar en el trastero de un hotel muy pequeño (1,5 x 10 m, para que os hagáis una idea), en el que estaban 4 técnicos de sonido con sus mesas y equipos que ocupaban el 80% del espacio. Estábamos sentados cada uno en los extremos de la habitación con una silla de madera del siglo XV, recibíamos el sonido a través de un altoparlante de ordenador, teníamos un micrófono inalámbrico de mano (estilo cantante) y unas 15 hojas de discurso en alemán, que leyeron a toda velocidad sin cambiar una coma.

Siento no tener fotos que muestren bien las condiciones absurdas de trabajo.

El reto fue hacer una traducción a la vista del discurso que (¡menos mal!) nos habían enviado antes, pasando las hojas con la única mano que teníamos libre sin que se cayeran. A mi lado, una escalera de madera y una bici como decoración.

Consecutiva con peluqueros y dos zapatos izquierdos

No siempre es un culpa del cliente. A veces, las anécdotas te las regala el genio de una tienda da zapatos.

Os pongo en contexto: el año pasado tuve dos semanas seguidas de interpretaciones en las que no volví a pasar por casa (Alicante > Estocolmo > Madrid > Estocolmo > Alicante) y en los vuelos hacia y desde Estocolmo tuve escalas. En la primera escala me perdieron la maleta. Menos mal que tenía un par de zapatos de tacón y un traje en la maleta de mano por emergencia o habría ido a interpretar con vaqueros y Converse verdes.

IMG_4750Afortunadamente la encontraron el día siguiente, pero para evitar la misma experiencia, decidí dejar la maleta grande en Estocolmo (ya que habría vuelto al mismo hotel) y llevarme a Madrid solo la maleta de mano. Por lo tanto, tuve que hacer economía y para dos días de trabajo puse dos trajes y solo un par de zapatos, en vez de dos. Resulta que los zapatos que puse en la maleta de mano estaban todavía sin abrir y envueltos en papel para que no se estropearan.

8:00 de la mañana en Madrid. Lista para bajar y coger el taxi e irme a la otra punta de Madrid a interpretar. Solo me faltaba ponerme los zapatos. Tras ponerme el primero, veo que el segundo es idéntico: tenía dos zapatos de tacón izquierdos. Después de un minuto de intensa desesperación, entendí que no tenía otra opción: no había tiendas abiertas a esa hora y, en todo caso, habría llegado tarde. Así que intentando disimular lo más posible y sentándome cada vez que podía, fui a la interpretación con mis dos zapatos izquierdos. ¡Qué vergüenza! Lo peor es que era una consecutiva y encima con peluqueros. Creo que no se dieron cuenta (o al menos lo espero), pero está claro que lo primero que hice al terminar el primer día, fue comprarme otros zapatos. 😉

Saborea lo que vas interpretando

Pero no todo es malo: entre las muchas anécdotas, algunas son muy… ricas, como cuando interpreté un curso de formación para cocineros. ¡Fue muy duro tener que probar todos los platos durante una semana!

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¿Algún compañero que quiera compartir alguna de sus mejores anécdotas?

¡Gracias y feliz día a todos! 🙂

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